EL FUTURO EMBOTELLADO: Agua y Seguridad para el Tercer Mundo

Olenka Ochoa Berreteaga, global education magazineOlenka Ochoa Berreteaga

Activista peruana, miembro de la Huairou Comisión, Red Ciudades Seguras y MIRA-Iberoamérica.

olenka.ochoa@gmail.com

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Resumen

El derecho al agua, entendido como acceso a agua potable y segura a las fuentes de agua natural, está en grave peligro por intereses de las multinacionales y por un ideario que se expande globalmente. La vida, la salud de las personas, y los recursos naturales valen menos que los negocios y la rentabilidad de las inversiones. Desde esta demagogia depredora se trastoca la lógica común y la gente en vez de tener la posibilidad de tomar agua potable gratuita y desde los grifos de sus casas, se ve obligada a comprar agua en botellas. En nuestra primera visita al Africa, específicamente a Nairobi (Kenya) a las comunidades de barrios en extrema pobreza, nos dimos cuenta de la exacta dimensión de la tragedia global, y de allí el titulo del “FUTURO EMBOTELLADO”.

Palabras clave: Agua segura y gratuita, derecho humano, agenda global.

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BOTTLING FUTURE: Water and Security in the Third World

Abstract: The right to water, understood as access to safe drinking water from natural water sources, is in deep danger by corporate interests and for this ideology which is expanding globally. Life, health of people, and natural resources worth less than business and investment returns. From this predator demagoguery the common logic is changing and people, having the possibility of taking free drinking water from the taps of their homes, is forced to buy water in bottles. On our first visit to Africa, specifically in the slum communities of extreme poverty in Nairobi (Kenya), we realized the exact dimension of the global tragedy, and hence the title of “FUTURE BOTTLING”.

keywords: Free and secure water, human right, global agenda.

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Dos sensaciones y dos imágenes nos recuerdan nuestra primera travesía en África. De las sensaciones, el intenso calor y por ende, la añoranza por tener siempre a la mano un “vasito” de agua.

De las segundas, nos queda en la retina, Matare una famosa barriada pobre de Nairobi. A la hora del almuerzo en el local comunal, nos sirven botellas de gaseosa. Cerca de allí, vemos un grifo de agua, pero nos advierten que “no se nos ocurra usarlo!”. Otro día, recorremos Kimongo (una villa rural de horticultores en las afueras de la capital), estamos bajo el sol abrasador de la sabana africana, y nos ofrecen una botella de agua de marca para calmar la sed. Nos traen un poco de agua en un pequeño recipiente, sólo para asear nuestras manos antes de la exigua merienda, ofrecida por unos amables pobladores. En ambos lugares no hay agua potable, ni agua natural, menos instalaciones sanitarias. Son asentamientos pobres, más bien en extrema pobreza. En Matare se juntan casitas de lata con edificios deteriorados, y corre un desagüe expuesto en el frontis de las casas. En Kimongo, mujeres y niños deben recorrer por lo menos cinco kilómetros diariamente para conseguir con las justas, unos cuantos litros de agua en dos bidones que pueden cargar en la espalda. En África no hay duda, el agua segura escasea, y encima con el calentamiento global hay un panorama persistente de sequía.

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Estamos en Nairobi para participar, del 16 al 20 de abril, de la 21va Sesión del Concejo de Gobernadores de UN-Hábitat. Entre los temas claves del debate en torno a su plan quinquenal, esta justamente el problema del agua. Dentro de ello, el eje del acceso, de la pureza, del buen manejo, en suma del agua segura para todos. Y en especial para los pobres y el Tercer Mundo, que ya parecen sinónimos.

Las cifras son alarmantes, según un estudio del UNICEF y de la World Health Organization, ya para el año 2000 se estimaba que un billón de personas no cuentan con acceso a agua segura.

Por otra parte, rescatando una revista americana del 2001, repasábamos una nota que en ese entonces nos parecía “economía ficción”. Uno de los directivos de la Coca Cola, anunciaba que estaba entre los planes de expansión de esa multinacional, desarrollar un sistema domestico de distribución de la gaseosa, la idea era simple, por el grifo de agua instalado en la cocina de las casas, saldría la famosa cola. El principal fundamento, era el alto consumo de estas sodas, que muchas veces es mayor que el consumo del agua. Y no les falta razón. En el Tercer Mundo donde el agua es escasa e insalubre en especial para las grandes mayorías pobres, la gente normalmente tiene como opción tomar las sodas o el agua envasada de marca, antes de arriesgarse con el agua que sale del grifo. Mientras en el primer mundo el consumo de agua limpia es una práctica cotidiana y un derecho en ejercicio, en el tercer mundo la tendencia es a los alimentos y el agua procesados, con los subsecuentes problemas para la salud que ello acarrea.

La problemática de la escasez y la dificultad de acceder a agua segura, adquiere una nueva arista si tomamos en cuenta que con los procesos de privatización de los servicios del agua, ésta muchas veces se ha hecho más onerosa para las familias pobres, en especial las que compran el líquido elemento de camiones cisterna, o para sectores de medianos ingresos. Así en muchos países solo el gasto por consumo de agua significa por lo menos la mitad del presupuesto familiar mensual.

Paradójicamente, las multinacionales están intensificando sus inversiones en la búsqueda de fuentes de agua natural y pura, donde está más disponible, es decir en África y América Latina. Obviamente, para luego embotellarlas y/o convertirlas en colas. En Angola menos de la mitad tiene acceso al agua, pero el Gobierno ha establecido tremendos contratos con una multinacional para exploración de fuentes de agua. En India, hay una campaña de manejo de agua “Match where its falls”, sostenida por una multinacional. A estos esfuerzos globales por embotellar el agua, también se suman los empresariados nacionales.

El problema del acceso a agua segura sin embargo también tiene otras “fuentes” de conflicto. Suele haber tres actores que pugnan por acceso a agua segura, obviamente con diferentes poderes y peso político: la gran industria, la agricultura y las familias. En países como el Perú, hay también otras particularidades locales del conflicto por el agua. Están las comunidades campesinas andinas y nativas amazónicas, defendiendo sus fuentes de agua contra la intervención de alguna empresa, pero también contra el ánimo depredador del narcotráfico y sus socios locales. Hay también conflictos entre regiones, por ejemplo el protagonizado entre Huancavelica (ubicado en el trapecio andino pobre del país ) e Ica (en plena costa desértica). En esta última, se vive un “boom agro-exportador” que ha agotado el agua del subsuelo y que se sostiene con el agua que le viene de los andes. Mientras en Ica hay una pujanza de la dinámica económica, en las alturas de Huancavelica la gente con las justas sobrevive.

Otra arista, es que el calentamiento y el cambio climático en el Perú, están derritiendo los nevados y secando lagunas naturales, con lo que se prevé una grave escasez del líquido elemento en especial para las grandes ciudades de la costa, entre ellas la capital.

El otro conflicto es a nivel global, recordemos que hay 300 cuencas fluviales y acuíferos subterráneos ubicados en fronteras compartidas. En el debate geopolítico, se viene afirmando que la guerra en el futuro no será por el petróleo, sino por el agua.

Los desafíos son inmensos y de diferente nivel de complejidad. Un primer paso es promover el manejo eficiente del recurso agua para que llegue a todos los hogares. En la región latinoamericana y en el Tercer Mundo, se juntan ejes críticos como el consumo comercial, conexiones ilegales, falta de mantenimiento, es decir agua que se pierde, en un contexto marcado por la insalubridad y falta de acceso. Dos ejemplos de buenas prácticas a tomar en cuenta, es Singapur que en seis años redujo las pérdidas por fugas del 10 al 6 %, y segundo, USA que de los 80 a los 90 ha bajado su consumo, en especial el uso de agua por hectárea en un 16%.

Otro reto es reducir la polución de las fuentes de agua producto de los desechos industriales, mejorar el tratamiento y distribución para un acceso universal, así como mejorar la salubridad y potabilidad del agua para que las personas la consuman con seguridad.

Para la comunidad internacional y UN-Hábitat, es claro que el tema del agua, forma parte de una plataforma global por garantizar un entorno humano saludable, lo que supone una universalidad en la distribución, en el acceso, y sobre todo en la calidad.

No debemos resignarnos a tomar agua embotellada, o en su defecto una soda. Recordemos que el agua es un recurso natural y un bien público, por lo tanto hay un sentido de justicia en la gratuidad, en su acceso, sobre todo para los que no pueden pagar por ella, y el “agua segura” es un derecho humano. Por lo demás, prevalece un argumento ético, que nos obliga a preguntarnos si es moral que la gente en África y América padezca sed, y aun en la pobreza deba gastar parte de su presupuesto familiar en comprar agua de marca.

Un mínimo vital es consumir un litro de agua diario por persona, garanticemos entonces que cada hogar acceda a ello, y que ese litro traiga salud y bienestar a las personas, no enfermedad, ni negocios bajo la manga.

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Publicado en el diario La República, Abril, 2007 Lima-Perú

This article was published on 22nd March 2015, for the World Water Day, in Global Education Magazine.

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