Residuos Sólidos: La Cooperación Internacional entre Brasil y Haití
Abogada, Internacionalista y Mestre en Cooperación Internacional para el Desarrollo por la Universidad de Salamanca (España).
anaverena.m@gmail.com
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Resumen: El trabajo a seguir discute la Cooperación Sur- Sur entre Brasil y Haití en relación a la temática de los residuos sólidos. Para realizar este análisis se adopta como ejemplo el proyecto de cooperación realizado entre 2006 y 2011 en Carrefour Feuilles, barrio de Porto Príncipe que era marcado por la violencia y la pobreza. La discusión está contextualizada con el escenario global de manejo de residuos sólidos y la implementación de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenibles, centrando la cuestión de los residuos y del desarrollo social como prioridades en el debate de la cooperación para el desarrollo y políticas públicas de los próximos 15 años.
Palabras clave: Cooperación Sur-Sur, Residuos Sólidos, Cooperación entre Brasil y Haití, Desarrollo ambiental, Desarrollo Social.
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Solid Waste: The International Cooperation between Brazil and Haiti
Abstract: The following article discusses South South Cooperation between Brazil and Haiti related to solid waste. In order to do this análisis we are going to use the example of a South South Cooperation Project executed between 2006 and 2011 in Carrefour Feuilles, Port au Prince’s neighborhood known by Its violence and poverty. The discussion will be contextualized by the global scenary of solid waste management and the implementation of the new Sustainable Development Goals, focusing the question of solid waste and social development as priorities on the debate of cooperation for development and public policies for the next 15 years.
Keywords: South-South Cooperation, Solid Waste, Cooperation between Brazil and Haiti, Environmental Development, Social Development.
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I. Líneas Generales del Problema de la Gestión de Residuos Sólidos
El manejo de residuos sólidos urbanos es uno de los grandes problemas y desafíos que deberán ser enfrentados en la contemporaneidad. Según Hoornweg y Bhada-Tata (2012: 9), 1.300 millones de toneladas de residuos sólidos son producidos anualmente en las ciudades de todo el mundo. Una cantidad que tiende a aumentar con la creciente concentración urbana y el crecimiento poblacional. La previsión es que en 2025 se produzcan 2.200 millones de toneladas de basura cada año.
El manejo inadecuado de los residuos tiene impactos no sólo en lo referente a la cuestión sanitaria, sino también en la cuestión medioambiental y social. En relación a la cuestión sanitaria, el descarte inadecuado puede propiciar la transmisión de enfermedades, la propagación de parásitos y la proliferación de roedores. En lo referente a la cuestión ambiental las consecuencias son inmensas: la basura puede contribuir a la contaminación del suelo, del agua y del aire.
La descomposición de los componentes orgánicos genera gas metano, un gas inflamable que es el segundo gas de efecto invernadero más común en la atmósfera después del dióxido de carbono, cuyo impacto en el calentamiento global es 21 veces más grande que el mismo (HOORNWEG y BHADA-TATA, 2012:30). Tanto su emisión como los posibles incendios resultantes de su combustión colaboran en la contaminación del aire y en el cambio climático.
En relación al suelo, el lixiviado resultante de la descomposición de los residuos genera contaminación, puede alcanzar los niveles freáticos contaminando el agua y la vuelve inadecuada para su consumo. Cuando los residuos generados por la ciudadanía y por las instituciones son mal eliminados pueden provocar grandes daños en la salud, puesto que se produce el envenenamiento del suelo y de los acuíferos (HOORNWEG y BHADA-TATA, 2012:3). Cuando el reciclaje y el reaprovechamiento no son puestos en práctica suponen un consumo de materias primas que podrían ser ahorradas. El proceso de confección de nuevos productos también es un proceso que demanda gasto energético y producción de más residuos (HOORNWEG, BHADA-TATA, 2012:1).
El dato más alarmante de todos estos es que una buena parte del planeta no hace el tratamiento correcto de los residuos sólidos. La basura es el principal subproducto de un estilo de vida consumista que tiene lugar en buena parte de las economías, sobre todo en los países desarrollados. Necesariamente una de las maneras de reducir su producción estaría relacionada con la reducción del consumo y la adopción de un patrón de consumo mucho más consciente. Entretanto, la lógica de la sociedad de consumo que vivimos actualmente se reproduce de manera contraria a la idea de reducción y reutilización.
La sociedad actual se organiza a partir de la promesa de satisfacer los deseos y consumir cada vez más, ya que es la fuente de la felicidad (BAUMAN, 2007: 61). Sin embargo, mientras esa propia sociedad se sostiene haciendo que esos deseos no se agoten jamás, los bienes adquiridos deben ser rápidamente descartados para que nuevos productos sean consumidos. Se evidencia una inmensa contradicción que no solo se aplica a la relación de las personas con los productos sino también en relación a las propias relaciones humanas.
La preocupación con la temática de los residuos sólidos urbanos ha sido discutida en numerosos foros mundiales y en los tratados internacionales. Un buen ejemplo es la Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible -también conocida como Río+20-, realizada entre los días 19 a 22 de junio de 2012. El documento resultante de ese encuentro, “El futuro que queremos” (ONU, 2012), abordó la cuestión de los residuos sólidos urbanos enfatizando la importancia de la gestión sostenible de los mismos al mismo tiempo que reconoce la interrelación de la sostenibilidad, la erradicación de la pobreza y la promoción del trabajo decente para todos.
Las discusiones que tuvieron lugar en Río+20 han influenciado de manera decisiva en la elaboración de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como se indica en el informe de síntesis del Secretario General acerca de la agenda de desarrollo sostenible post-2015 (ONU, 2014). En este documento son presentados 17 nuevos objetivos que expresan la adopción de una interpretación del concepto de desarrollo como una idea amplia que envuelve la protección del medio ambiente y el disfrute efectivo de los derechos humanos.
Respecto al desafío que representa la gestión de los residuos sólidos, muchos de los objetivos propuestos para la nueva agenda de desarrollo se relacionan con esta problemática. El primero de ellos es el ODS 11, que busca lograr que las ciudades y los asentamientos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles. También se relaciona a la temática el ODS 12, relativo a garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles. El ODS 13, a su vez, impone como reto la adopción de medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos. El decimoséptimo de los objetivos de desarrollo sostenibles proclama el fortalecimiento de los medios de ejecución y revitalización de la alianza mundial para el desarrollo sostenible. Esa propuesta reflexiona sobre el compromiso político que se pretende poner en marcha a partir de la Cumbre del Milenio que tendrá lugar en septiembre de 2015 en Nueva York.
II. Diferencias entre países de renta alta, media y baja en el manejo de residuos sólidos urbanos.
Es posible afirmar que existen profundas desigualdades sociales entre los países con respecto al compostaje, la gestión y la cantidad de residuos producidos en las diferentes regiones del planeta.
En relación a la cantidad de residuos, los países con rentas más altas son los que más producen, mientras que los países que tienen rentas más bajas son los que menos producen. De acuerdo con el Banco Mundial, 44% de la basura producida mundialmente es producida por los países que son parte de la OCDE. Si se considera el nivel de renta, casi la mitad de los residuos son producidos por los países de renta alta, con un 46%. Los países de renta media baja representan el 29% de la producción, el 19% los de renta media alta y solamente el 6% de los países de renta baja.
Es importante subrayar que de acuerdo con la clasificación del Banco Mundial, entre los países de renta media baja se encuentran India y China, que son los países más poblados del mundo. Asimismo la producción de basura entre los países de renta alta supera con mucho la de estos países juntos. Los países de la OCDE generan de media 2,2 kg de residuos per cápita, mientras que en otras regiones el valor medio per cápita no supera el 1,1kg (HOORNWEG y BHADA-TATA, 2012:10). En el Sur asiático por ejemplo, la media de la producción de residuos es de un 0,45 kg per cápita (HOORNWEG, BHADA-TATA, 2012:10).
Estos datos relacionados a la producción de residuos denuncian la desigualdad en el poder de consumo entre las más diversas regiones del planeta. Sería completamente insostenible que todas las partes del mundo consumiesen y descartasen materiales del mismo modo que en los denominados países ricos o desarrollados.
La elaboración de abono a partir de los residuos sólidos en los países de renta alta también es muy diferente del compostaje en los países de renta baja, media o alta. Los países de renta baja tienden a tener más compuestos orgánicos en la composición de la basura, generalmente correspondiendo a más de 50% de su composición. En los países de renta alta los productos y alimentos son vendidos en una serie de envases de plástico, papel y metal. Debido a eso la proporción de residuos orgánicos es mucho menor y no llega a los 30% del total de residuos producidos (HOORNWEG, BHADA-TATA, 2012:17).
El nivel de renta también determina la manera con la cual los países pueden gestionar los residuos producidos en sus municipios. En los países de renta alta existen programas educativos bien implementados para la reducción de residuos y atribución de responsabilidad a los productores. Son recolectados alrededor de 90% de los residuos producidos, imperando la utilización de tecnología, con camiones compactadores y vehículos mecanizados. En la separación de los residuos son utilizados aparatos de alta tecnología con la utilización de imanes y láseres para la separación de los materiales, un procedimiento que prácticamente no demanda la presencia de personas[1]. La utilización de esas tecnologías facilita el proceso de reciclaje de los materiales.
En relación al compostaje, éste es cada vez más popular en los países de renta alta, a pesar de que proporcionalmente hay una producción más pequeña de residuos orgánicos. El compostaje es realizado en instalaciones de gran escala y también por particulares. La separación de los materiales es más eficiente y por eso se obtiene mejores resultados (HOORNWEG y BHADA-TATA, 2012:5).
Los vertederos en los países de renta alta poseen una serie de controles ambientales, con tratamiento de los gases y de los lixiviados, capas que impiden la contaminación de los niveles freáticos y sistemas de tratamiento. Después de cerrados, los vertederos tienen una gran importancia pues pueden ser transformados en parques, campos de golf, etc. (MEDINA, 2006).
En los países de renta media y baja la realidad es muy diferente. En esos países no existe un programa de reducción de residuos o reutilización. La baja producción de residuos se debe a la situación de pobreza de su ciudadanía. En los países de renta media existe una cierta discusión acerca de programas de reducción de residuos pero ellos raramente son incorporados (MEDINA, 2006).
En los países de renta baja la recogida acostumbra a ser realizada de manera esporádica e ineficaz, pasando generalmente en las áreas más ricas de la ciudad. El sistema de recogida en esos países tiene una cobertura de menos de 50% de las casas, establecimientos e instituciones. En los países de renta media existe una cierta mecanización y vehículos que realizan las colectas entre el 50% y el 80% de los municipios (HOORNWEG, BHADA-TATA, 2012: 5). Entretanto, son poco comunes las estaciones de tratamiento/separación para los residuos, el sitio donde se separa y se destina la basura por tipo a cada destino final.
Un detalle importante acerca de los países de renta baja y media es que en sitios ocupados ilegalmente por las personas más pobres (como las favelas y los asentamientos), raramente existe un sistema de recogida institucionalizado – por falta de capacidad de pago de las tasas de colecta o por la imposibilidad de acceso de los camiones.
El reciclaje en los países de renta baja es realizado en gran parte de un modo informal por personas denominadas como catadores, wastepickers, cartoneros, recicladores, etc. La denominación depende del país en el cual la actividad es ejercida, pero en este trabajo el término utilizado para definir este fenómeno será catador o reciclador (por ser los nombres más comunes en Brasil), uno de los agentes de la cooperación sur-sur que será analizado en este trabajo. Los mercados de reciclaje no son regulados, presentan precios fluctuantes y controlados por intermediarios. El porcentaje de material reciclado es alto y los residuos son vendidos en los mercados locales e internacionales. En los países de renta media ya existe una cierta mecanización, tecnología y posibilidad de mejora de los materiales que también son reciclados en parte por el sector informal. Los precios también fluctúan considerablemente, lo que deja a los recicladores muy vulnerables a los cambios constantes del mercado (MEDINA, 2006).
El proceso de incineración de residuos en los países de renta baja y media es casi inexistente o muy ineficiente por el alto coste de manutención e implementación. El compostaje en los países de renta baja es raramente hecho de modo formal y en los países de renta media las factorías de compostaje no funcionan bien debido al alto coste y a la separación ineficiente de los materiales que dificultan el proceso. Los controles ambientales de esas factorías de compostaje son precarios, lo que produce la contaminación del suelo, el agua y el aire. En los países de renta baja ni siquiera existe un mercado para la venta de compuestos orgánicos.
Los vertederos en los países de renta baja no existen, la basura es tirada en depósitos de basura improvisados que son extremamente contaminantes. También son tirados en las mismas condiciones los residuos hospitalarios. La basura es quemada en ocasiones y los depósitos improvisados vulneran la salud de las personas que viven en su entorno. En los países de renta media existen vertederos controlados, pero los depósitos de basura improvisados y vertederos mal gestionados son más comunes (HOORNWEG y BHADA-TATA, 2012: 5).
Los costes relacionados al manejo de los residuos sólidos en los municipios representan entre el 50% y el 70% de los gastos de los municipios. En los países de renta alta solamente el 10% es utilizado para la recogida, mientras que en los países de renta baja y media esos valores llegan al 90% (HOORNWEG y BHADA-TATA, 2012: 5). La participación y la concienciación de la comunidad en la actividad de recogida contribuyen bastante a la reducción de los gastos de los países de renta alta. Una gran parte de los gastos de esos países en la gestión de sus residuos son destinados al tratamiento de la basura, reciclaje, compostaje y tecnología direccionada para esos fines.
2.2 La gestión de los residuos sólidos como una oportunidad de actividad económica
Los altos niveles de participación de personas en el proceso de separación y recogida de basura en los países de renta baja y media son una oportunidad de trabajo, sobrevivencia y desarrollo. En los países en vías de desarrollo cerca de 15 millones de personas trabajan como catadores lo que representa el 1% de toda la población de estos países (MEDINA, 2008). De este total, entre 500.000 y 4 millones de personas trabajan con el reciclaje de los residuos sólidos en América Latina (MARELLO y HELWEGE, 2014). Esta actividad económica gana fuerza con la unión de los catadores en cooperativas y asociaciones que pueden reclamar ayudas a sus gobiernos para desarrollar sus actividades.
El trabajo generalmente consiste en recolectar materiales reciclables como latas, cartón, así como plásticos en los depósitos de basura o en los domicilios. Para realizar esta actividad utilizan vehículos improvisados como carros de mano, carros de supermercado, animales como caballos y burros, o a veces ni utilizan transporte alguno para la recogida de los materiales. Los catadores más organizados en grupos, o bien tienen apoyo del estado que poseen camiones propios, o bien los municipios les ceden sus camiones de colectas para que ellos puedan llevar sus materiales reciclables (MARELLO y HELWEGE, 2014).
El principal problema de los catadores es que ellos están muchas veces sujetos a los precios impuestos por el mercado y a los intermediarios que venden los insumos a las empresas. Cuando actúan de manera autónoma los catadores son más vulnerables y reciben muy poco por grandes cantidades de material colectado. Aunque estén organizados el problema de los precios continúa siendo un problema constante, principalmente cuando hay costes para mantener la organización de la cooperativa o asociación, como el mantenimiento de maquinarias, etc. (ABRAMOVAY et al., 2013: 30).
Es importante subrayar que existen personas que trabajan esporádicamente como catadores, ya sea en eventos (fiestas, conciertos, etc.) o en períodos en los que están en situación de desempleo. Cuando el valor del mercado no compensa el esfuerzo existe mucha rotación de personas en las cooperativas y organizaciones debido a la insatisfacción con que lo reciben al final de las jornadas de trabajo (ABRAMOVAY et al., 2013: 18).
Los catadores autónomos generalmente no utilizan equipamientos de protección individual y son aún más vulnerables a la contaminación o a accidentes durante el trabajo. Con más organización y capacitación ellos tienen acceso a Equipamientos de Protección Individual (EPI), orientación en relación a seguridad del trabajo, entre otras iniciativas conseguidas a través de movilización social (MARELLO y HELWEGE, 2014).
Una situación muy triste pero usual es la persistencia del trabajo infantil en las actividades de recolecta y reciclaje. Muchos niños y niñas trabajan para ayudar sus familias a subsistir, una práctica que viene siendo combatida por los recicladores organizados. La existencia de programas gubernamentales que incentiven la presencia de los niños en las escuelas o campañas entre los propios recicladores son cruciales en el combate a esa realidad (MEDINA, 2008).
El reconocimiento por parte de los estados de la importancia de los recicladores puede ayudar a los municipios que tienen dificultades de costear el proceso de reciclaje, proporcionando al mismo tiempo una fuente de renta a estas personas (MEDINA, 2008). Los recicladores también permiten que las empresas sean más competitivas al permitirlas economizar en la producción de los insumos. Se estima que el impacto de la actuación de los recicladores en la economía es mucho más grande del que se imaginaba. Un ejemplo de eso es la recolecta de cartón realizada por más de 40.000 recicladores/cartoneros en Buenos Aires, Argentina, que tiene un impacto en la economía de 178 millones de dólares al año (MEDINA, 2008).
Los recicladores sobretodo son agentes ambientales que contribuyen para que muchas industrias no necesiten más materias primas del medio ambiente. Con eso se ahorra energía y mano de obra en la confección de los productos.
III. La Cooperación Brasileña en el contexto de la Cooperación Sur-Sur.
La idea de Cooperación Sur-Sur se sitúa en el contexto histórico de la bipolaridad posterior a la Segunda Guerra Mundial, donde el mundo entero estaba dividido bajo la influencia del bloque soviético o del estadounidense. En un proceso político paralelo, las antiguas colonias empezaron a emanciparse, pero la cuestión de la pobreza y de los problemas enfrentados por estos nuevos países no era parte del interés de los llamados países centrales.
El concepto empezó a formarse en la década de 1950 a partir de la aproximación de países asiáticos recién independizados y de la firma del acuerdo entre China e India en la Conferencia de Ginebra, donde se vislumbraron los Cinco Puntos de Coexistencia Pacífica para poner fin la conflictividad entre las dos naciones. Posteriormente, los primeros ministros de Ceilán, Birmania, India, Paquistán e Indonesia se reunieron en 1954 en otras dos nuevas conferencias para discutir sus intereses y obstáculos: la Conferencia de Bogor y la Conferencia de Colombo (LEITE, 2011).
Estas reuniones fueron parte del proceso que dio lugar a la Conferencia de Bandung, un evento que reunió a los representantes de los 29 países menos desarrollados de Asia y África, donde se buscó discutir sus intereses sin la intermediación de los países europeos, los Estados Unidos y la Unión Soviética. A partir de ese momento se inició una movilización por una agenda propia en la cual estos países empezaron a tomar consciencia de sus papeles geopolíticos como actores internacionales con fuerzas y necesidades urgentes comunes.
La Conferencia de Bandung inició el compromiso de cooperación política y económica de solidaridad entre los países con una plataforma ideológica que no estaba conectada ni al bloque capitalista ni al bloque comunista. En 1961, fue creado el Movimiento de los Países no Alineados que tuvo como marco de acción la Primera Conferencia de Países no Alineados, realizada en Belgrado. En este evento participaron 115 países de África, Asia, América Latina y Yugoslavia. Brasil participó en esta y en las demás conferencias del movimiento como país observador.
Todo parece indicar que el marco de acción del movimiento de los no Alineados influenció la inauguración de la Primera década de Naciones Unidas para el Desarrollo en la cual fueron editadas las resoluciones 1710 y 1715 que reconocían el aumento creciente de las desigualdades entre los países desarrollados y los menos desarrollados. Otro logro alcanzado fue la realización en 1964 de la Conferencia de Naciones Unidas acerca del Comercio y Desarrollo (UNCTAD), que se estableció posteriormente como una organización que auxilia a los países menos desarrollados, principalmente en lo referente a las cuestiones comerciales.
En este contexto, Brasil se mantuvo hasta 1969 en la posición de país receptor de ayudas internacionales. Aún en el período dictatorial del gobierno Costa y Silva fueron realizadas reformas para centralizar el sistema de cooperación del país, especialmente en el Ministerio de las Relaciones Exteriores (MRE) y en la recién creada Secretaria de Planeamiento de la Presidencia de la República (SEPLAN). A partir de ese marco, gracias al momento económico favorable (“Milagro económico brasileño”[2]), Brasil pasó a ser un país emisor en el ámbito de la cooperación internacional (ABC, 2012).
La política interna brasileña de perfil social y educativo (como el “Fome Zero”, “Bolsa Familia y Bolsa Escola”), así como el desarrollo económico presentado a partir de 2004, tuvieron una repercusión positiva internacionalmente hablando, ya que esas políticas públicas tuvieron un gran reflejo en la cooperación externa desarrollada desde entonces. El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva posicionó la cooperación internacional como uno de los pilares de la política externa brasileña, momento en que se adoptó un modelo distinto de Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD), definido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) (IPEA, 2010). La diferencia radica en que los recursos brasileños no son ofrecidos con un elemento de donación de al menos el 25 por ciento y si totalmente a fondo perdido, es decir, no se cobra absolutamente ningún porcentaje del montante concedido, como en el modelo de la AOD. Además, existe una clara adopción del multilateralismo por parte de la cooperación brasileña para el desarrollo, con recursos destinados a organizaciones de países del Sur (IPEA, 2010).
Es exactamente en estos parámetros adoptados de ayuda para la cooperación que el gobierno del presidente Lula instauró entre Brasil y Haití que se enfoca el presente estudio académico. Cabe destacar que durante el mismo periodo también se formaron las alianzas con India y África del Sur para la creación del Foro de Dialogo India, Brasil y África del Sur (IBAS) que volvió posible la realización de proyectos de Cooperación Sur-Sur. Un buen ejemplo fue el desarrollado en Carrefour-Feuilles, Porto-Príncipe, donde se trataron principalmente los problemas de residuos sólidos, la creación de empleos y la disminución de la violencia.
IV. Proyecto de gestión de Residuos Sólidos Carrefour Feuilles, Puerto Príncipe, Haití. Recogida de desechos con vistas a la Consolidación del Proceso de Reducción de la Violencia Armada en Carrefour Feuilles (IBAS)
4.1 Contexto
El Barrio de Carrefour Feuilles en Haití era uno de los barrios más violentos de Puerto Príncipe lo que hacía con que el barrio fuese conocido como el “barrio de las viudas” (UNDP, 2011). De acuerdo con el Human Rights Watch y el Homicide Monitor, Haití es un país con un alto índices de homicidios y violaciones de los derechos humanos, solamente en el año 2006, 650 personas fueron asesinadas. Puerto Príncipe también apareció en el ranking de la ONG Seguridad, Justicia y Paz en 2011 como una de las ciudades más peligrosas del mundo en la 35 posición (SEGURIDAD, JUSTICIA Y PAZ, 2011). Mientras eso Haití es un país extremadamente afectado por el paro, en el año 2010 40% de las personas no tenían empleo, una situación que afectaba más fuertemente a las mujeres y a los jóvenes.
El país vive un colapso institucional de tal orden que afecta enormemente a los servicios de sanidad publica que son casi inexistentes. De acuerdo con el informe de la Cruz Roja Británica, “De vidas sostenibles para soluciones sostenibles” (IFRC, 2010), Haití estaba entre los países que poseen una baja cobertura de sanidad pública al lado de países como Níger, Eritrea, Etiopia y Togo, con solamente 19% de la población con acceso a ese servicio. Un dato importante del informe es que la situación de Haití empeoró entre la década de 90 y el año 2010 y uno de los problemas señalados es que la colecta de residuos sólidos es un servicio casi inexistente, la gran parte de la población no tiene condiciones para pagar por un servicio de recogida de residuos privado, lo que hace que las personas tiren la basura en las calles y alcantarillas de la ciudad. Esa práctica no solo genera problemas de orden sanitario como también afecta la movilidad de las personas pues las calles a veces están bloqueadas por la basura.
Figura 1. Mercado popular en Carrefour |
Fuente: Solid Waste Association of North America (SWANA) |
Aparte los problemas relativos al paro, la violencia y la sanidad Haití tiene graves problemas ambientales en lo que toca a la desforestación: solo el 2,6% de su área total posee cobertura vegetal, y menos del 1% es parte de la vegetación original (UNEP, 2010). Eso se debe, entre muchas otras razones, a la utilización del carbón vegetal como principal fuente de energía. La falta de cobertura vegetal deja el suelo vulnerable a la erosión que provoca inundaciones y facilita la existencia de catástrofes naturales, así como problemas de infertilidad del suelo que afectan la agricultura (ROCHA, 2013).
4.2 Financiación
El proyecto de Gestión de Residuos Sólidos en Carrefour Feuilles en Haití es una iniciativa con financiación del Foro de Dialogo India, Brasil y Sudáfrica (IBAS) en asociación con UNPD (IBAS, 2015). El Foro IBAS fue creado en el año 2003, durante el primer año de gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
El proyecto en Carrefour Feuilles fue el primero entre los 8 proyectos ya concluidos financiados por su Fondo de Alivio al Hambre y a la Pobreza. Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil[3], cada uno de los países destina un millón de dólares anuales al fondo, que son administrados y transferidos a los proyectos por la Oficina de Cooperación Sur-Sur de Naciones Unidas (ITAMARATY, 2015). Fueron captados 25 millones de dólares desde la creación del fondo y para el proyecto en Carrefour Feuilles se destinaron US$ 1.165.300 en la primera fase y en total $3, 655,784 fueron invertidos en el proyecto desde febrero de 2006 hasta 2011.
4.3 Implementación
La acción implementada por UNPD en el Barrio de Carrefour Feuilles fue desarrollada con el objetivo de contribuir a la consolidación de los procesos de reducción de la pobreza a través de la creación de empleos y la preservación del medioambiente, reconstruyendo el tejido social de esta zona. El barrio de Carrefour Feuilles, con aproximadamente 150.000 habitantes, tenía la reputación de ser una zona en constante tensión social y violencia urbana en vías de pacificación (UNDP, 2011:6).
Las actividades previstas fueron realizadas en dos partes entre los años 2006 y 2011. La primera parte, ocurrida entre 2006 y 2009, y la segunda entre 2009 y 2011. Los ejes del proyecto fueron básicamente la implementación de un mecanismo de gestión de residuos sólidos (colecta, reciclaje, compostaje y depósito final), creación de empleos, mejorías en plan ambiental y social así como la promoción de movilización de recursos financieros.
Figura 2. Separación de materiales en el proyecto de Carrefour Feuilles |
Fuente: Enviroment news service |
El proyecto involucró 385 jefes de familia, entre los cuales el 54% eran mujeres (en gran parte viudas). Fueron construidos cincuenta puntos de recogida, un centro de separación y un centro de compostaje. Los trabajadores recibieron una formación para desarrollar actividades de recolección, separación, reciclaje y compostaje de los residuos sólidos. El ministerio del Medioambiente de Haití y la Universidad de Quisqueya fueron los responsables por estas formaciones. El proyecto también cuenta con la adquisición de tres camiones para la realización de la recogida (UNDP, 2011: 2).
Una parte de las actividades realizadas se relacionan con la limpieza de las calles y alcantarillas del barrio de Carrefour Feuilles, involucrando a 168 personas, un equipo de separación compuesta por 26 personas separa materiales como vidrio, metal, plástico y papel. El plástico y el metal son vendidos mientras que el papel es transformado en briquetas (leña ecológica) que son alternativas a la utilización del carbón natural como fuente de energía para cocinar alimentos (UNDP, 2011: 2). Haití sufre enormes problemas ambientales derivados de la utilización de carbón natural como principal fuente de energía. La deforestación para la obtención del carbón, así como la emisión de gases contaminantes colaboran para un cuadro de colapso/crisis ambiental. Las briquetas, bloques compactados de papel, emergen no solo como una fuente de reaprovechamiento del papel descartado sino también como una alternativa al uso de carbón (y aún tienen un coste muy inferior) (UNDP, 2011: 6).
Figura 3. Briquetas producidas en el proyecto en Carrefour Feuilles |
Fuente: Enviroment news Service |
La mayor parte de los residuos sólidos está compuesto por residuos orgánicos que representan entre el 60% y el 70% de lo que es descartado (UNDP, 2011:5). Esos residuos orgánicos son destinados al Centro de Compostaje en el cual actúan 20 personas. El material resultante es utilizado para fines agrícolas y paisajismo. El material restante que no puede ser reaprovechado es encaminado a un depósito oficial por el Ministerio del Medioambiente de Haití.
La recogida de los residuos sólidos y la limpieza de las alcantarillas son de extrema importancia no sólo desde el punto de vista ambiental sino también para evitar el bloqueo de las calles y alcantarillas con la basura. El agua parada en las alcantarillas puede favorecer a la propagación de mosquitos transmisores de una serie de enfermedades, como el dengue o la malaria. La falta de saneamiento también provoca que los desechos tengan frecuentemente materia fecal humano, que también es un vehículo de transmisión de enfermedades (lo que pone muchas veces los trabajadores en una situación de vulnerabilidad ante la contaminación).
Según el informe final de evaluación del proyecto de UNPD, la limpieza y la recogida de residuos efectuados por el proyecto alcanzaron entre el 70% y el 75% del barrio de Carrefour Feuilles, descargando aproximadamente 360 m3de residuos mensualmente. Dos camiones de 4,5 m3 y un camión de 6 m3 son rellenados 6 días a la semana (UNDP, 2011).
El proyecto posee impactos en la dinamización de la economía local y en la creación de empleos indirectos por la entrada de dinero generado por sus trabajadores. Los gastos de esos trabajadores permiten el aumento de las ventas de pequeños comercios y otros servicios. De acuerdo con la UNDP, el proyecto he permitido el accionamiento de aproximadamente 730.000 gourdes (13.000 dólares) en la economía local (PNUD, 2011), lo que significa un aumento considerable en el poder adquisitivo de la ciudadanía haitiana con bajos recursos.
El desarrollo de esta actividad de gran importancia económica y ambiental tiene como reto la promoción de mejoras en las condiciones sociales y la disminución de la violencia en el barrio. A través de la generación de empleos directos e indirectos se supone un cambio de actitud y concienciación social en Carrefour Feuilles.
4.4 Resultados
El proyecto de gestión de residuos sólidos realizado en Carrefour Feuilles se desarrolló de manera satisfactoria y ya existen previsiones de expansión y replicación de esa iniciativa para otras áreas de Porto Príncipe(IICA, 2010). El proyecto ha recibido varios premios internacionales, entre los que podemos destacar el Premio “Asociación para la Alianza Sur-Sur” concedido por UNDP en 2006 y en 2010 el premio Millenium Development Goals Awards, concedido por el comité de Objetivos de Desarrollo del Milenio (ITAMARATY, 2015).
El barrio de Carrefour Feuilles dejó de ser un barrio considerado peligroso, disminuyendo en un 80% el índice de violencia urbana. Eso es resultado de la inclusión social proporcionada por los empleos generados en proyectos como el de gestión de residuos sólidos, así como por la presencia de MINUSTAH que realizó incursiones y capturó o hizo huir a los jefes de las pandillas y por el cambio político proporcionado por el Presidente Préval, que estabilizó las relaciones con tales grupos armados (UNDP, 2011: 12).
Un 60% del barrio de Carrefour Feuilles fue afectado por el terremoto ocurrido en 2010, pero el local específico donde tenía lugar las actividades del proyecto no fue afectado. El proyecto de recogida de residuos fue una inspiración para los programas implementados posteriormente para la reconstrucción de Porto Príncipe, entre ellos el programa Cash for Work, un proyecto que dio empleos a 240.000 personas afectadas por el terremoto que empezó en Carrefour Feuilles (UNDP, 2011:14).
La renta de los trabajadores del proyecto aumentó en un 60% en relación a la que obtenían anteriormente. Según el informe de resultados del proyecto, realizado en 2011, los trabajadores recibían entre 250 y 400 gourdes por día (de 5 a 10 dólares) y pasaron a recibir 6.240 gourdes mensuales participando del proyecto (unos 112 dólares). El proyecto representó un impacto positivo, principalmente en relación al empoderamiento de las mujeres que pasaron a tener una renta fija y muy superior a lo que estaban acostumbradas a recibir (UNDP, 2011:11).
Las ganancias ambientales y el potencial de impacto positivo en relación al medio ambiente en Haití también ha sido el resultado del proyecto de gestión de residuos sólidos. Primeramente en relación a la destinación y reaprovechamiento de los residuos en el barrio, y en segundo a la posibilidad de reaprovechamiento del papel para la producción de las briquetas que son una alternativa al carbón vegetal.
Ya se ha dicho que la utilización de las briquetas es una alternativa a la utilización del carbón para la cocción de los alimentos, aunque la capacidad de producción de estos artículos por el proyecto no sea tan grande. Existe una propuesta del Programa Alimentario Mundial (PAM) de que las briquetas sirvan para el cocimiento de la merienda escolar en las instituciones de enseñanza, entretanto la demanda aún es mucho más grande que la oferta: son producidos entre 2.000 y 5.000 briquetas diariamente mientras que la demanda es de 10.000 briquetas, con previsión de aumento hasta 17.000(UNDP, 2011:3).
El proyecto en el barrio de Carrefour Feuilles se presenta como un proyecto de alianza entre el desarrollo social y la cuestión ambiental de manera exitosa. Su ejecución es un ejemplo de cómo la cooperación Sur-Sur proporciona posibilidades de buenas prácticas, ya que situaciones parecidas han sido y son enfrentadas en los países que se encuentran en vías de desarrollo que están en condiciones de proporcionar esta ayuda.
V. Conclusiones
Teniendo como horizonte los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, el desafío de los próximos 15 años será crear una alianza entre el desarrollo humano y el desarrollo ambiental, una tarea compleja en una sociedad-mundo que tiene como visión hegemónica de desarrollo el crecimiento económico. Este modelo de progreso civilizatorio nos ha llevado a la destrucción de los recursos naturales y sus ecosistemas. Un proceso que al contrario de lo que se imaginaba ya tiene consecuencias más que visibles: el cambio climático viene provocando más desastres naturales, extinción de innumerables especies, el agotamiento de recursos naturales, el calentamiento global, la desertificación, la contaminación a gran escala, etc. Esta situación afecta y afectará cada vez a más personas, principalmente a las que tienen menos recursos y que son la grande parte del mundo actual . Como es lógico, una temperatura cada vez más elevada propiciará la escasez de alimentos por las dificultades derivadas de las cosechas, donde habrá lugares que tendrán constantes inundaciones y otros constantes sequías.
Transformar el modo en que administramos los residuos sólidos significa cuestionar la manera en que consumimos a escala planetaria. De ahí que sea importante denunciar que los que consumen son una parte privilegiada del mundo que tan sólo representa un 28%. Como ya hemos explicado anteriormente, la cantidad de residuos producida es inmensa y lo peor de todo es que la gran mayoría de estos residuos no son bien destinados. El manejo inadecuado contribuye para el calentamiento global, la contaminación y la propagación de enfermedades. El no reaprovechamiento de los materiales hace que el sistema de producción y consumo necesite explotar más recursos naturales, gastar más energía para producir nuevos productos y producir más residuos y contaminación para elaborarlos.
El proyecto implementado en Carrefour Feuilles es una oportunidad para que las personas tengan un empleo, puedan sostener sus familias y tener una vida más digna. Es cierto que trabajar en las condiciones que existen hoy día como catador no es el sueño de vida de ninguna persona, pero es una manera de empezar. En Haití principalmente, que prácticamente no hay servicio urbano para los residuos y que casi no hay cobertura vegetal, proyectos de ese tipo son esenciales, pero no podemos pensar que esa iniciativa debe parar en este punto. Es necesario expandir iniciativas como estas y empoderar cada vez más a las personas: incluyendo educación formal y ambiental para los hombres, mujeres y sus hijos/as para que puedan actuar en el área de los residuos o en otros que deseen.
Es justamente reconociendo la relación intrínseca entre el desarrollo humano y los procesos de reciclaje que podemos observar la importancia de la cooperación Sur-Sur desarrollada por Brasil en conjunto con India y África del Sur. Iniciativas como esta deberían ser una prioridad en la cooperación realizada por Brasil, las inversiones en la operación humanitaria son mucho más altas que en proyectos que pueden resultar en el desarrollo social de las personas. La ocupación en Haití ya dura 11 años con millones de dólares invertidos pero esa inversión podría ser más provechosa si al revés de mantener militares en el país se invirtiera más en el desarrollo humano y ambiental. La cooperación Sur-Sur es esencial para el intercambio de buenas ideas entre países y la acción desarrollada por Brasil es muy beneficiosa (a pesar de no ser totalmente desinteresada) pues no contribuye para el endeudamiento del país receptor.
VI. REFERENCIAS
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NOTAS
[1]Véase http://www.portalresiduossolidos.com/a-usina-de-triagem-de-bremen/ Abril, 5, 2015.
[2]El período entre el 1968 y el 1973 conocido como milagro económico brasileño fue el momento histórico que fueron verificadas extraordinarias tasas de crecimiento del Producto Interno Bruto (que se atribuyen a políticas externas favorables, reformas tributarias o a la importancia política económica del período).En el período 1964-1967 el PIB creció 4,2% y entre el período del “Milagro” hubo un crecimiento de 11% del PIB al año. La situación económica favorable no fue favorable para la población y el propio general de la dictadura Emilio Garrastazú Médici llega a admitir que “La economía va bien pero el pueblo va mal” (VELOSO,VILLELA,GIAMBIAGI,2008).
[3]http://www.itamaraty.gov.br/index.php?option=com_content&view=article&id=3673&catid=170&Itemid=436&lang=pt-BR
This article was published on 5th December 2015, for the International VolunteerDay at Global Education Magazine.