Medios abiertos de América Latina: Apuntes sobre la aplicación de los indicadores mediático-culturales.
Investigadora FPU Departamento de Periodismo.
Email: ruth.defrutos@uma.es
Resumen: La actual situación mundial imprime mayor celeridad, si cabe, a la evaluación de los sistemas mediáticos en el mundo. El proceso de globalización, la concentración de medios, las plataformas multimedia o la falta de libertad de expresión y de acceso de información en algunos entornos mediáticos, influenciadas negativamente por la actual crisis financiera, apuntan a la importancia de métodos de medición fiables para recuperar uno de los baluartes de la opinión pública: los medios de comunicación libres (Díaz Nosty, 2012). Como afirma Dênis de Moraes (2011, p.47): «en las luchas por la hegemonía, la centralidad de los medios de comunicación se vuelve decisiva, ya que producir y difundir información e ideas que contribuyen a la formación del consenso en torno a algunas concepciones de vida» [1]. Desde la publicación de los Indicadores de Desarrollo Mediático de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 2008, esta organización internacional ha puesto en marcha una estrategia de aplicación de dichos instrumentos de medición en todo el mundo, prestando especial atención a la situación latinoamericana. En su conjunto, los indicadores nacen con el objetivo de proporcionar un mapa completo de la ecología mediática que es necesario construir a fin de velar por la libertad de expresión, el pluralismo y la diversidad de los medios de comunicación.En 2011, Ecuador fue el primer país latinoamericano que analizó su entorno mediático a través de estos mecanismos y, actualmente, está terminando el proceso en Brasil, que dará como resultado la publicación en breve de los resultados. Sin embargo, otros países como Bolivia, Venezuela o Uruguay han mostrado su interés en el cotejo de sus medios de comunicación a través de dichas herramientas y están realizando sus investigaciones en este momento.El presente artículo pretende adentrarse en el mundo de la aplicación de los Indicadores de Desarrollo Mediático en Latinoamérica con el objetivo de descifrar los códigos de diseño e interpretación de dichas herramientas desde una lectura panorámica y, al mismo tiempo, profunda sobre el presente de dicha región.
Palabras clave: Comunicación, Indicadores mediático-culturales, América Latina, UNESCO
Open Media of Latin America: Notes on the Implementation of Media-Cultural Indicators
Abstract: The current global situation calls for more celerity, if at all possible, in the evaluation of media systems throughout the world. The globalization process, the concentration of the media, multimedia platforms or the lack of freedom of expression and access of information in some media environments—negatively influenced by the current financial crisis—shows the importance of efficient measure methods in order to recuperate one of the mainstays of public opinion: the media (Díaz Nosty, 2012).According to Dênis de Moraes (2011, p.47): «in the fight for hegemonic control, the centrality of the media becomes a decisive factor given that it serves to produce and disseminate information and ideas that contribute to the formation of the consensus around some conceptions of life».Since the publication of the Indicators for Development in Media Publication by the United Nations’ Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO) in 2008, this international organization has launched a world-wide application strategy for the aforementioned media instruments, with special attention to the Latin-American situation. In general, the indicators are created with the objective of mapping the entirety of the media ecology, which is necessary to promote freedom of expression, pluralism, and diversity in the mass media.In 2011, Ecuador was the first Latin-American country to analyze its media environments by means of this mechanism and, currently, this process is being finished in Brazil, which will result in the publication of the findings shortly. However, other countries such as Bolivia, Venezuela, or Uruguay have also shown interest in the analysis of their respective mass media though such methods, and currently each nation is conducting research.This article will delve into the application of Media Development Indicators in Latin America in order to decipher the design and interpretation codes of these said tools—through a panoramic reading—and, at the same time, probe the current situations of this region.
Keywords: Communication, Media-Cultural Indicators, Latin America, UNESCO
«En el nuevo panorama que se dibuja en Latinoamérica, envuelto por los vientos de cambio que soplan desde el Sur, paulatinamente están encontrando cabida banderas desplegadas en luchas sociales»
(Osvaldo León, 2013, p. 7)
Introducción
El clásico Las venas abiertas de América Latina (1971) del escritor uruguayo Eduardo Galeano ya hacía referencia a los contrastes de una región con fuertes identidades y tradiciones culturales que estaban claramente amenazadas por las desigualdades propias del engranaje mundial del modelo económico vigente. Recientemente, el propio Galeano hacía referencia en una entrevista a un periódico español ya desaparecido al proceso de renacimiento latinoamericano (2010), lo que también se reproduce en los medios de comunicación de dicha región.
Dados los inmensos y acumulativos desequilibrios económicos y sociales que caracterizan el mundo en general y América Latina en particular, la problemática del desarrollo mediático continúa ocupando la atención académica y gubernamental aunque, a diferencia de las últimas décadas, con una preocupación principalmente centrada en los problemas de la medición e intervención pública.
Cuando se estudia y teoriza sobre este área en constante cambio se debe tener en cuenta el desafío al que un mundo unido por la comunicación de masa puede enfrentarse si no utiliza los medios de una forma adecuada, responsable y necesaria. Ya en 2004, el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo acerca de la democracia latinoamericana hizo explícita la potencialidad de los medios masivos para actuar como una amenaza contra el funcionamiento del orden democrático. «Los medios tienen la capacidad de generar agenda, de predisponer a la opinión pública a favor o en contra de diferentes iniciativas y de erosionar la imagen de figuras públicas mediante la manipulación de denuncias» (PNUD, 2004, p.156), señaló ese informe al referirse a la capacidad mediática para limitar la autonomía y el poder de las instituciones políticas (Torrico, 2009, p.2)
Los medios de comunicación son, actualmente, parámetros que son utilizados para analizar el desarrollo de un país, un pueblo o una comunidad. Sin embargo, aún desde esta perspectiva, resulta inevitable interrogarse acerca de la validez y confianza no sólo de los instrumentos de medición utilizados sino también de la pertinencia y eficiencia de la propia perspectiva teórica que los sustenta (Nosty, 1999; de Frutos, 2011). Numerosas han sido las iniciativas que han intentado analizar y comparar las diferentes situaciones en las que se encuentran los entornos mediático-culturales latinoamericanos a lo largo de los últimos años. Entre los principios de dichas iniciativas cabe destacar, por ejemplo, los postulados del Coletivo Brasil de Comunicação Social – Intervozes [2], creado en 2002 y ligado a la Campaña por los Derechos de la Comunicación en la Sociedad de la Información [3] (CRIS, según sus siglas en inglés)en Brasil, en el Manual para la Evaluación de los Derechos a la Comunicación, publicado como resultado del Proyecto de Gobernanza Global de la campaña CRIS.
«El derecho a la comunicación requiere que se creen, de facto, las condiciones necesarias para un ciclo positivo de comunicación, que incluye un proceso no sólo de búsqueda, recepción y transmisión de informaciones, sino también de escucha, comprensión, aprendizaje, creación y respuesta (…)» (Brasil, Intervozes: 2010, p.23)
Dicha organización elaboró en 2010 Contribuições para a construção de Indicadores do Direito à Comunicação, que tenía como objetivo fomentar el debate sobre la construcción de referencias cuantitativas y cualitativas de medición del derecho de comunicación en Brasil entre investigadores, organizaciones y movimientos del sector de la comunicación (Intervozes, 2010, p.11). El proyecto, que comenzó en 2004, cuando la entidad trabajaba en una relatoría brasileña del Global Governance Project, fue creado para construir bases teóricas y herramientas prácticas sobre el derecho a la comunicación y fue ejecutado en cinco países, dos de ellos latinoamericanos: Colombia y Brasil.
La publicación de Intervozes Contribuições para a construção de Indicadores do Direito à Comunicação estaba dividida en cuatro partes: en los tres primeros capítulos se justificaba el desarrollo de indicadores en este ámbito, objetivos y metodología utilizados en la investigación; en los siguientes apartados se definía la temática de los indicadores del derecho a la comunicación y en los dos últimos capítulos se exponían dichos indicadores. Los indicadores del derecho a la comunicación continuaron desarrollándose hasta 2007, coincidiendo con la noticia de la creación de instrumentos de medición de esta materia por parte de Unesco, organización que ya estaba trabajando sobre indicadores a nivel internacional.
¿Qué es un indicador?
El abordaje de la problemática de los indicadores mediático-culturales requiere plantear la pregunta previa: ¿qué significa exactamente indicador? Como expone el sociólogo Paul Tolila [4], «los indicadores son herramientas que apuntan a la concertación de acciones positivas que mejoran la realidad, abriendo la posibilidad de establecer un diálogo sobre las estrategias a usar». (2010, p.4) Por indicador, Unesco entiende un factor, o una variable, cuantitativo o cualitativo, medido en el tiempo, que brinda una base simple y fiable para evaluar los logros, los cambios o el desempeño de los medios de comunicación de un país.
Tomando como referencia dicha definición, los indicadores mediático-culturales se convierten en «herramientas indispensables para la gestión, el pilotaje estratégico, la anticipación y la evaluación de acciones». (Tolila, 2010, p.13) Sin embargo, advierte que «la idea de un indicador único, satisfactorio y pertinente para todo el mundo se confronta con el menor sentido común y con la simple reflexión racional». (ídem, p.15)
La proliferación de iniciativas de construcción de indicadores, ya sea desde organizaciones internacionales como Naciones Unidas o Unesco, diferentes administraciones públicas u organizaciones no gubernamentales, plantea la necesidad de comprender la distinta naturaleza de los corpus de estos instrumentos de medición de la realidad. (Carrasco, 1999) Así, el significado de un indicador no es meramente contextual, sino que depende de la posición de quién lo interpreta.
En este sentido, es importante contextualizar correctamente los comportamientos o fenómenos sociales que se pueden denominar indicadores ya que puede que algunos de ellos no sean representativos de todas las lógicas sino de aquellas dominantes. (de Moraes, 2011; Vidal-Beneyto, 2006) La posibilidad del desarrollo de un indicador está condicionada por algunos aspectos:
- La existencia de un sistema de información suficiente y fiable.
- Una definición clara de las reglas de construcción de un indicador.
- La relación explícita de un indicador con un objetivo claro de trabajo y la formación de actores en el manejo de los indicadores y su sensibilización en la problemática general de la importancia de la información.
- La capacidad de asegurar el seguimiento del indicador y de su método de construcción en el tiempo, ya que sólo esta vía en el tiempo hace del indicador una herramienta verdaderamente útil. (Tolila, 2010, p.19)
En el caso específico de la comunicación, los estudios al uso no ofrecen, según el catedrático de Periodismo Bernardo Díaz Nosty, una perspectiva integradora, es decir, un análisis sistemático del espacio mediático en su conjunto, por lo que, desde esa visión fragmentaria de partida, es difícil evaluar el papel que, en cada país, juega cada uno de los medios, el tiempo de uso social, la credibilidad e influencia que alcanzan y su incidencia en la sedimentación de valores cívicos y culturales. (Díaz Nosty, 2005).
Indicadores de Desarrollo Mediático de Unesco
El acta de constitución de Unesco[5], firmada el 4 de noviembre de 1946, tras la reunión de las 44 naciones que pertenecían a Naciones Unidas fue un punto de inflexión para la definición y el estudio de la cultura a nivel mundial. Sin embargo, habrá que esperar hasta la década de los 60 del siglo XX para que se relacione el concepto de cultura con instrumentos de medición, es decir, con indicadores sociales.
El salto desde los indicadores sociales a los estrictamente culturales se produjo mucho después, principalmente debido a la falta de interés gubernamental y a las dificultades metodológicas de los indicadores culturales. Para acelerar dicho proceso, UNESCO organizó la reunión de Helsinki, en 1972, donde por primera vez se debatió sobre la importancia de las estadísticas y los indicadores en el campo de la cultura. Ocho años después la International Conference on Comunicationcongregó en la ciudad mexicana de Acapulco a diversos expertos que debatieron en la sesión Los indicadores culturales y el futuro de las sociedades desarrolladas varias líneas de investigación sobre estadísticas culturales. En 1982, la Academia de la Ciencia Austriaca realizó una reunión bajo el nombre Los indicadores culturales para el estudio comparativo de la cultura”. Fruto de todas estas reuniones, en 1986 se generó el proyecto de UNESCO Framework for Cultural Statistics (FCS).
Fue específicamente en 2006, durante la 25ª del Consejo Intergubernamental del Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación (PIDC), en la que se puso en marcha el proyecto de lo que se convirtió dos años después en la publicación del informe Indicadores de. Desarrollo Mediático: Marco para evaluar el desarrollo de los medios de comunicación social. Según los promotores de los Indicadores de Desarrollo Mediático (IDM), éstos «proporcionan una herramienta neutra y objetiva para analizar en un país todos los aspectos de la ecología mediática y así diagnosticar, de una manera rigurosa y lejos de polémicas, el estado de la comunicación en un determinado contexto nacional. Sin embargo, han de aplicarse teniendo en cuenta el contexto social, político, profesional y económico de cada país». Desde esa fecha, dichos instrumentos de medición han sido reconocidos por el PNUD, el Banco Mundial o el Consejo de Europa[6]. Los indicadores abordan los entornos mediáticos desde el compromiso con la gobernabilidad y el desarrollo democrático de los países, estructurándose en cinco categorías:
- Un sistema regulador conducente a la libertad de expresión, el pluralismo y la diversidad de los medios de comunicación social.
- Pluralidad y diversidad de los medios de comunicación social, igualdad de condiciones económicas y transparencia en la propiedad.
- Los medios como plataforma para el discurso democrático.
- Capacitación profesional e instituciones de apoyo a la libertad de expresión, el pluralismo y la diversidad.
- La capacidad infraestructural suficiente para apoyar a medios independientes y pluralistas.
Actualmente, los IDM se están aplicando en diversas regiones del mundo, con el objetivo de realizar evaluaciones detalladas sobre los diferentes entornos mediáticos (ver Tabla 1).
Tabla 1. Estado de la aplicación de los IDM en el mundo
* En los lugares marcados con un asterisco (*) el estudio no se ha realizado por UNESCO sino por Media Foundation for West África y DANIDA en Benín y de Doha Centre for Media Freedom en Qatar.
Fuente: UNESCO (2013). Media Development Indicators – Information Note. 57º encuentro de la oficina PIDC, 2013.
Aplicación de los IDM en América Latina
Si bien numerosas organizaciones internacionales, tanto públicas como privadas, están llevando a cabo indicadores de todo tipo para evaluar distintas partes del entorno mediático (transparencia, la libertad de expresión o el género, por citar sólo algunos ejemplos), la primera experiencia de aplicación de un corpus de indicadores que intente abarcar todos los ámbitos del espectro de un entorno mediático en América Latina germina en el trabajo del Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL).
La labor del CIESPAL es de particular interés al diseñar la metodología de aplicación de los IDM en Ecuador, así como realizar la primera versión del estudio y organizar los talleres de consulta que se desarrollaron en Quito.
Dicho trabajo fue el germen del informe Análisis del Desarrollo Mediático en Ecuador 2011: Basado en la aplicación de los Indicadores de Desarrollo Mediático de la UNESCO, publicado por la Oficina de Quito de UNESCO. Este documento supone la primera aplicación práctica de los Indicadores de Desarrollo Mediático planteados por UNESCO en 2008 y que pretenden ser «herramientas diagnósticas antes que mandamientos conceptualizados con el propósito de ayudar con los programas de desarrollo mediático antes que imponer alguna condicionalidad». (Unesco, 2008, p. 5)
Como se subraya en el informe, durante el proceso de aplicación de dichos indicadores desde 2009 a 2011, Ecuador vivió un debate sobre diferentes aspectos relacionados con la comunicación debido a la elaboración del proyecto de Ley de Comunicación por parte de la Asamblea Nacional[7].
Las buenas relaciones de Unesco con diversas instituciones académicas y no gubernamentales en Brasil[8] dieron lugar a una colaboración desde 2009 entre la propia organización internacional en el país lusófono, el Laboratório de Políticas de Comunicação de la Universidad de Brasilia (LaPCom), Intervozes y el Núcleo de Estudos Transdisciplinares de Comunicação e Consciência da UFRJ (Netccon.UFRJ). De hecho, esta colaboración fue relevante ya que, por primera vez, la Unesco cede la aplicación de los IDM a tres instituciones colaboradoras: dos universidades privadas y una organización sin ánimo de lucro en defensa de la democratización de la comunicación. El seminario A Construção de Indicadores do Direito à Comunicação no Brasil[9], llevado a cabo en noviembre de 2009 en el auditorio de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Brasilia, fue el punto de partida de la aplicación de los IDM en el entorno mediático brasileño.
Para los integrantes del grupo de expertos elegidos para la aplicación de los IDM en el entorno mediático brasileño la construcción de los indicadores no debía ser solamente un resultado sino, sobre todo, una gran experiencia destinada al proceso de construcción del diálogo que permitiese la superación del déficit de comunicación y democracia[10], según expresó el representante del Netccom.URJ, Evandro Ouriques en dicho seminario.
Una de las controversias que se plasmaron en el encuentro fue la importancia de la definición de indicadores. En este sentido se posicionó el coordinador de Relaciones Académicas de la Agência de Notícias dos Direitos da Infância (Andi), Fábio Senne: ¿cómo medir los parámetros? ¿Cómo pueden tener sentido dichos indicadores para nosotros?[11] Así, Senne sugirió que dichos indicadores deben ser formulados de forma simple, poniendo como ejemplo las tres dimensiones del Índice de Desarrollo Humano: riqueza, educación y esperanza media de vida.
Entre los documentos que sirvieron para realizar dicha aplicación destacaron los propios de Unesco (2008) que, como ya se ha explicado, sugerían cinco categorías de indicadores para analizar el desarrollo mediático de un país y, en segundo lugar, el informe Contribuições para a construção de indicadores do direito à comunicação (2010), elaborado por Intervozes con el apoyo de la Fundación Ford y que organiza los indicadores teniendo en cuenta factores como la libertad de expresión, el pluralismo de los medios de comunicación, etc. y del que ya se ha hablado previamente.
Bolivia[12] es otro de los países que ya ha realizado la aplicación de los IDM en su territorio. Fue durante el año pasado, aunque «aún no ha sido posible publicar los resultados», según afirma la coordinadora de Proyectos y Asistente de Programas del Sector de Comunicación e Información de la Oficina multipaís para Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela de Unesco, Martha Baquero. En este caso, el proyecto fue suscrito entre la Consejería Regional de Comunicación de UNESCO para los Países Andinos y el Observatorio Nacional de Medios (ONADEM) de la Fundación UNIR y contó con el aporte del consultor uruguayo Gustavo Gómez. La primera reunión del grupo consultivo, formado por 17 participantes[13] representantes de gremios periodísticos de los medios privados, públicos y comunitarios, así como representantes del gobierno y de la sociedad civil, fue realizada el 15 de agosto de 2011 en La Paz. Las investigaciones sobre el diagnóstico del entorno mediático boliviano se programaron durante un año de trabajo y fueron debatidas en la segunda reunión del grupo consultivo, que tuvo lugar entre el 25 de mayo y el 5 de junio de 2012[14].
En Uruguay[15] se ha organizado un grupo de universidades interesadas en realizar un estudio nacional de desarrollo mediático con los indicadores de Unesco y algunas adaptaciones. La propia Oficina Regional de la UNESCO en Montevideo está participando en ese grupo de investigación. El pasado 14 de septiembre de 2012, la directora general de la Unesco, Irina Bokova, visitó durante tres días el país uruguayo y, durante dicho periodo, el secretario de la Presidencia uruguayo, Alberto Breccia, expresó que los conceptos manifestados por Bokova coincidían con la postura del Gobierno en sobre el derecho a la comunicación, ejemplificándolo precisamente con el informe sobre IDM (Unesco, 2008).
La última aplicación de los Indicadores de Desarrollo Mediático de UNESCO en Latinoamérica comenzó el 2 de febrero de 2012 en Venezuela[16], «lamentablemente el ejercicio no pudo ser completado por la compleja situación política del país», según Baquero. Según la página web de Unesco «el grupo estudió la metodología a emplear en la aplicación de los Indicadores de Desarrollo Mediático en Venezuela e hizo sugerencias y recomendaciones para garantizar su aplicación rigurosa, lo cual refleja la pluralidad de perspectivas en este país, a través de la consultación de fuentes fidedignas que también reflejen de manera cabal el estado de desarrollo de las cinco áreas en cuestión: sistema regulador, pluralidad y diversidad mediática, aportes a un discurso democrático y construcción de capacidades e infraestructuras» (Unesco, 2012, online). Sin embargo, el proyecto fue cancelado a solicitud de la institución que coordinaba la investigación, Medianálisis. Tras la primera y única reunión del grupo consultativo formado por representantes del sector venezolano de la comunicación: medios privados y comunitarios, universidades e instituciones académicas, funcionarios del gobierno, ONG en pro de la libertad de expresión, gremios profesionales, organizaciones de la sociedad civil y demás partes interesadas, comenzó la evaluación inconclusa del entorno mediático venezolano. La directora ejecutiva de Medianálisis, Elsa Cecilia Piña, explica que «situaciones externas y ajenas a nuestra voluntad nos impidieron concluirlo. Sin embargo, aprendimos mucho de la experiencia. Actualmente trabajamos en un proyecto al que denominamos “Ranking de Medios Socialmente Responsables”, el cual toma en cuenta varios aspectos de los IDM».
Apuntes finales
Ecuador, Brasil, Bolivia, Uruguay y Venezuela han sido los primeros países latinoamericanos en analizar sus respectivos entornos mediáticos a través de los Indicadores de Desarrollo Mediático de Unesco. Según la organización internacional, el objetivo de dichos análisis es crear «un instrumento que servirá como referencia para la planificación de proyectos y políticas públicas, asimismo podrá contribuir a mejorar los esfuerzos de las organizaciones y donantes internacionales permitiendo una mejor identificación de las necesidades del sector mediático y facilitando la medición del impacto de sus intervenciones en este campo» (Unesco, 2011, online).
Sin embargo, el proceso de diagnóstico de los diversos entornos mediáticos latinoamericanos es aún incipiente y debe ser programado con el único propósito de realizar series temporales y estudios comparados puesto que, sin dicha finalidad, cualquier tipo de indicador mediático-cultural pierde su razón de ser.
Referencias bibliográficas
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Notas
[1] «Nas batalhas pela hegemonía, a centralidade dos meios de comunicação torna-se decisiva, visto que eles elaboram e disseminam informações e ideias que concorrem para a formação do consenso em torno de determinadas concepções de vida» (de Moraes, 2013, p. 7) (traducción propia)
[2] El Colectivo Intervozes es conocido internacionalmente al estar asociado a la bandera histórica del derecho a la comunicación, que tiene su origen en las discusiones realizadas por Unesco en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado sobre el Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación y sobre la necesidad de políticas nacionales de comunicación. (César Ramos, 2007, p. 46)
[3] Esta campaña fue la fase preparatoria de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI) y tuvo como objetivo promover un enfoque de derechos como alternativa a la visión tecnológica. (León, 2013, p. 23)
[4] Sociólogo, filósofo e investigador, cuando escribió el artículo al que se hace referencia era inspector general del Ministerio de Cultura y Comunicación de Francia.
[5] El objetivo de UNESCO es el de contribuir a la paz y al bienestar social, promoviendo la colaboración entre las naciones a través de la educación, la ciencia y la cultura, con el fin de asegurar el respeto universal de la justicia, la ley, los derechos humanos y las libertades fundamentales para todos, sin distinción de raza, sexo, lengua o religión que la carta de Naciones Unidas reconoce a todos los pueblos.
[6] Para consultar la Resolución 1636 del Consejo de Europa (2008). Indicators for media in a democracy: http://assembly.coe.int/main.asp?Link=/documents/adoptedtext/ta08/eres1636.htm.
[7] En Ecuador, la Constitución aprobada el 28 de septiembre de 2008 contempla el reconocimiento de la comunicación como un derecho humano fundamental pero la Ley de Comunicación que desarrolla los principios constitucionales califica a los grandes medios empresariales como «ley mordaza». (León, 2013, 15) Para más información consultar Comisión Especializada Ocasional de Comunicación de la Asamblea Nacional de Ecuador. (2010, 1 de julio)
[8] En Brasil el debate por la democratización de la comunicación se fomenta desde diversos sectores de la sociedad, como se representó en 2009 en la Conferencia Nacional de Comunicación (Confecom), que concluyó con la aprobación de 665 propuestas.
[9] El encuentro contó con la presencia de especialistas, profesores, representantes del gobierno, de instituciones y alumnos entre los que destacaron el coordinador del área de Comunicación e Información de Unesco en Brasil, Guilherme Canela; Sayonara Leal, del LaPCom-UnB; César Bolaño, de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (LaPCom/ALAIC); Evandro Ouriques, del Netccon.UFRJ y Bia Barbosa y João Brant, del Colectivo Intervozes.
[10] Traducción propia de la declaración de Evandro Ouriques: «Considero que a construção de indicadores seja, não somente a obtenção de um resultado, mas, sobretudo, uma grande experiência focada no processo da construção do diálogo e que permita a superação do déficit de comunicação e democracia», disse o representante do Netccon.UFRJ, Evandro Ouriques, recogida por Unesco Brasil, consultada el 28 de diciembre de 2012, http://www.unesco.org/new/pt/brasilia/about-this-office/single-view/news/seminar_to_discuss_the_right_to_communication_indicators_in_brazil/.
[11] Traducción propia de la declaración de Fábio Senne recogida por Unesco: «Como medir os parâmetros? Como os indicadores podem fazer sentido para nós?», consultada el 28 de diciembre de 2012, http://www.unesco.org/new/pt/brasilia/about-this-office/single-view/news/seminar_to_discuss_the_right_to_communication_indicators_in_brazil/.
[12] La constitución boliviana reconoce la comunicación como un derecho humano y el 8 de agosto de 2011 se promulgó la Ley General de Telecomunicación. Tecnologías de Información y Comunicación, que, entre otras disposiciones, estableció la distribución del espectro radioeléctrico en los siguientes términos: «1. Estado, hasta el treinta y tres por ciento. 2. Comercial, hasta el treinta y tres por ciento. 3. Social comunitario, hasta el diecisiete por ciento. 4. Pueblos indígenas originario campesino, y las comunidades interculturales y afrobolivianas, hasta el diecisiete por ciento».
[13] A la mencionada reunión asistieron representantes de la Asociación Boliviana de Radiodifusoras (ASBORA), Asociación Nacional de la Prensa de Bolivia (ANPB), Confederación Sindical de Trabajadores de la Prensa de Bolivia (CSTPB), Educación Radiofónica de Bolivia (ERBOL), Servicio de Capacitación en Radio y Televisión para el Desarrollo (SECRAD) de la Universidad Católica Boliviana San Pablo, Red TIC Bolivia, Asociación Boliviana de Investigadores de la Comunicación (ABOIC), Comisión Nacional Boliviana de Cooperación con la Unesco, Ministerio de Comunicación, Programa de Apoyo a la Democracia Municipal (PADEM), Asociación de Periodistas de La Paz (APLP), Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC), Consejo Nacional de Ética Periodística (CNEP), Tribunal Nacional de Ética Periodística, Asociación Boliviana de Carreras de Comunicación Social (ABOCCS), Red Minera de Radio y Televisión, Agencia Nacional de Noticias por los Derechos de la Infancia (ANNI).
[14] A dicha reunión asistieron Fidel Álvarez de la Red TICs Bolivia, José Luis Aguirre del SECRAS-UCB La Paz, María Eugenia Verástegui del Consejo Nacional de Ética Periodística (CNÉP), Raúl Novillo de la Asociación Boliviana de Radiodifusoras (ASBORA), Juan León de la Asociación Nacional de la Prensa (ANP), Juvi Molina de la Asociación Boliviana de Carreras de Comunicación Social (ABOCCS), Mario Maldonado impulsor del Tribunal Nacional de Ética Periodística (TNÉP), José Luis España del Programa de Desarrollo Municipal (PADEM), Claudio Rossel del Ministerio de Comunicación, Ramiro Echazú de la Confederación Sindical de Trabajadores de la Prensa de Bolivia, Augusto Peña de ERBOL y Reyna Mojica de la Asociación de Periodistas de La Paz.
[15] Las normas del Servicio de Radiodifusión Comunitaria en Uruguay son reconocidas por Osvaldo León (2013, 14) como medidas democratizadoras, a través de la sanción de la Ley 18232 de diciembre de 2007, por la que se establecen las emisoras comunitarias al menos un tercio de las frecuencias disponibles en todas las bandas de radio y televisión analógicas y digitales.
[16] En diciembre de 2005 se sancionó la Ley de Responsabilidad Social de la Radio y la Televisión (conocida como Ley Resorte) y otras políticas en las que se fomentan los medios públicos y comunitarios.
This article was published on April 7th: World Health Day in Global Education Magazine